Entrevista
Entrevista

Con ocasión del lanzamiento de OTOÑAL en el colegio Academia de Iquique.

Uno debería ser famoso sin que nadie lo conozca

 

 

Por Sebastián Barros M.
Encargado de Prensa/ /MAGO Editores/

 

Tal como lo planteaba el poeta viñamarino Juan Luis Martínez, Luis Seguel Vorpahl, autor de “Cállate viejo e mierda” (editado por MAGO Editores), plantea la tesis de que el escritor debe desaparecer para darle paso a que la obra hable por sí sola. En esta entrevista, este escritor ariqueño, habla de su estrecha relación con los personajes de su novela, de la repulsión que le produce el mundo literario y, cómo no, de su querida Arica, escenario del libro.

 

A los 35 años Marcel Proust se recluyó en su pieza -revestida de corcho por el asma que sufría- por una enfermedad crónica y sólo volvió a salir en contadas ocasiones. En esa, su fortaleza por catorce años, escribió una de las obras cumbres de la literatura universal: “En busca del tiempo perdido”, libro célebre no sólo por la revolución estructural que presentó, sino porque desde su escondite Proust logró hacer un acabado análisis social a través de sus personajes. Fue tanto así que cuando Virginia Woolf leyó “En busca del tiempo perdido”, dejó de escribir durante meses, argumentando que después de una obra de tamaña envergadura no había mucho más que añadir. Digamos que la insatisfacción que encontró Proust en su entorno, cuando aún no estaba escondido, lo llevó a hacer un libro donde volcó todo su interior.

 

Gracio Espejo, el personaje principal de “Cállate viejo e mierda”, al momento de convertirse en escritor, se vuelve huraño, solitario, amargado, dedica su vida al arte de las letras y desde su fortaleza, una pieza arrendada en alguna pensión de Arica, escribe sin parar, separándose de lo que sucede fuera de las paredes de su cuarto -Bukowsky también planteaba la idea de que para escribir tenía que haber cuatro paredes-, pero, al mismo tiempo, quedándose: en sus novelitas rosas, donde su protagonista es la despampanante Lía, se refleja todo el auge y caída de Arica, por esa insatisfacción que la causa su entorno.  

 

Es como pararse a un lado de la línea del tren y ver cómo se desarman los vagones.

 

Quizás es una sensibilidad especial que hace entender a los artistas en lo que sienten o en lo que ven que sienten los demás -Gracio veía en las caras de las personas que las cosas iban bien o mal-, cuál es la dirección que las cosas empiezan a tomar. Espejo, en sus novelas, deja el sentimiento del tiempo guardado en sus creaciones, en su obra le enrostra a los lectores qué es lo que pasó con Arica. Es como los fantasmas que nos asustan de vez en cuando para no olvidarnos de los muertos. Así, de esta manera, Luis Seguel Vorpahl establece una relación estrechísima con Gracio Espejo, al mismo tiempo que éste establece una relación estrechísima con Lía. Es que está en la obra la importancia, la vida, no en el que la escribe.

 

¿Qué hay de ti en Gracio?

 

Mire, el escritor, y en general cualquier artista debe ser un insatisfecho, es parte del motor que lo hace realizar su arte, y desde ese punto de vista, creo que la insatisfacción inicial de Gracio Espejo es la que lo movió a sentarse a escribir. Este es un oficio bastante traicionero, uno cree que ha logrado tranquilidad cuando termina un escrito, pero eso es un espejismo, porque cualquier mañana uno despierta con preguntas, con ciertas angustias que le muestran las injusticias y entonces uno sabe que pronto deberá comenzar de nuevo. El artista satisfecho no existe, o por lo menos no debería existir. La insatisfacción inicial de Espejo es la mía.

 

¿Cuál es el cariño que te producen tus personajes, en este caso Lía y Gracio, todo esto poniendo el caso del contexto relación escritor-libro, como el que se da entre Gracio y sus personajes?

 

Cariño a él no, Espejo es un tipo medio amargado, áspero, poco sociable. Cuando no fue capaz de pelear por el amor, dejé de estimarlo. Lía es espectacular, es inteligente, aunque Gracio Espejo la encuentra un poco tonta, creo que lo dice por ahí, yo la encuentro inteligente, para sobrevivir sin pelar jamás una papa, hay que ser inteligente, hay que saber moverse sin tropezar. Ella lo hacía, eso me gusta de ella. Además bueno, está demás decirlo, es la mujer más bonita del mundo.

 

Tal como Gracio, ¿Lía te hizo sentir algo más que ganas de escribir?

 

No, Lía fue siempre una mujer muy lejana para mí, nunca tuve muy claro cómo iba a terminar una vida tan dependiente de la belleza física, no tuve oportunidad de involucrarme con ella.

 

Esa mezcla historia-vida, ¿Te sucedió en algún momento cuando escribías el libro?

 

En toda novela hay mucho de vida, es imposible separar eso que llama vida- historia, para mí es lo mismo, trato de decirlo al final de la novela. Incluso cuando alguien escribe de temas tan “extraños” como vida en otro planeta o ciencia ficción, cosas que jamás sucederán, hay historia-vida allí. El autor no puede dejar de escribir desde su experiencia, una anécdota, un sentimiento frente a determinada situación, eso es la vida que el novelista está obligado a narrar, es su asidero a la realidad.

 

Hay un libro de un escritor francés, “Me voy” de Jean Echenoz, que dado el momento necesario, el narrador dice “ya me tiene harto este personaje”, que pareciera salirle del corazón, ¿Te sucede algo parecido con ese último “Cállate viejo e mierda”?

 

No me sucedió eso, la verdad es que me dio pena que Gracio Espejo estuviera metido en tamaño enredo aunque estaba borracho y eso lo libera de responsabilidades, por otro lado, ya era hora que le sucediera algo que le moviera el piso. En cuanto a Echenoz, claro, el narrador se cansa de uno de sus personajes, después de habernos llevado, de modo bastante sencillo, por dos historias paralelas que confluyen en algún momento, casi ,casi Pirandelliano, el recurso para acercar aún más la historia al lector, interesante, aunque no hay nada nuevo allí.

 

Digamos que hay tres líneas narrativas: primero la historia de Lía, que es el libro que está escribiendo Gracio Espejo; después la vida de Gracio y cómo se va mezclando con lo que escribe; y por último el narrador, en este caso tú, que es alguien que opina, que es parte esencial de la historia, que no sólo cuenta, sino que participa. ¿Qué significado hay ahí? ¿Cuál es el trabajo literario?

 

La historia de Lía no la escribí yo, la escribió Gracio Espejo. Lo que yo hice fue mezclar las dos historias y darles continuidad, y cuando algo me parecía que requería un comentario mío, lo hacía, a veces con una frase, a veces con una exclamación.

No es algo nuevo, se ha hecho durante muchos siglos. Lo que yo intenté fue que el salto entre la historia de Espejo y Lía, no fuese tan notorio, que no significara un salto que hiciera que el lector se detuviera obligado por una lectura que podría ponérsele cuesta arriba y hasta podría transformarse en algo digno de dejar de lado.

 

Siguiendo la pregunta anterior, el narrador ocupa un lenguaje cotidiano, ocupa mucho diminutivo, mucha palabra que se ocupa en el día a día, ¿Cómo trata de entrar el narrador en el lector?

 

Creo que es imprescindible que alguien que intenta en serio por este camino, busque el modo de tener una voz propia, con su propio tono. No hay una voz igual a otra y cuando alguien trata de imitar, nunca el resultado es el esperado, pasa lo mismo acá, lo que yo hice fue intentar, a través de las palabras, que es la herramienta del que escribe, hacer al narrador más cercano al lector, que llegase éste a oír la voz de lo que no se dice, que sienta lo que el narrador le está tratando de decir y para eso dejé de lado las palabras que no se usan, aunque la tentación de hacerse el difícil es grande. Me llama mucho la atención que se me pregunte siempre por las palabras que allí usé, palabras sencillas, soy un convencido que si uno escribe una novela para llegar al máximo de público lector, debe usar el idioma de uso diario. Creo que lo que uno pretende decir, debe ser claro, no se trata de hablar en difícil para hacerse oír.

 

Murakami decía en una entrevista que cuando escribía partía con un suceso puntual: algún personaje, alguna imagen, y después solo se iba dando el resto del libro, en su caso por la musicalidad de las palabras que iba sintiendo. ¿Sientes que la historia de “Cállate viejo e mierda” se va construyendo según se van dando los hechos y no como algo tan estructurado?

 

Definitivamente sí, aunque esto nunca es tan drástico, siempre hay anécdotas, hechos, que ya están armados desde antes. En este caso había una necesidad de rescatar algunos hechos como el dolor frente a la muerte de un hijo, desde el punto de vista del autor, o la injusticia de destruir algo que le pertenece al pueblo, sin preguntarle al pueblo, esto es algo muy común en la política actual, se decide a espaldas de la gente. Esta historia, el inicio de libro, aquella fiesta, yo estuve ahí, la viví completita y quería decir algo de ella ya que me impactó, es algo que se repite siempre pero vivirlo sin ser del entorno de la comunidad aimara, es algo increíble que no se olvida con facilidad. Ya que menciona a Murakami, he ahí un ejemplo de escritura que quiere ser sencilla y que llegue a todo aquél que tiene deseos de leer.

 

“Arica lo marca mucho a uno”

 

¿Cuánto influye en tu narración el entorno en general?

 

Si hablamos de “Cállate viejo e mierda” el entorno es el que influye en la personalidad de los personajes, en el modo de actuar. Eso se nota mucho acá en el desierto. La gente del desierto es única en el mundo, y Arica está inserta en la pampa más seca del mundo. Cuando una persona llega del sur se encuentra con caras serias, desconfiadas, mucho más silenciosas que la gente del bosque del sur, del verde sureño. En ese sentido el ambiente, el entorno influye mucho en la narrativa, aunque el autor no lo quiera.

 

Ahora siendo más puntual. ¿Cuánto influye, como para Gracio Espejo, Arica en tu literatura, una ciudad muy especial porque es el límite de un país: donde termina Chile y empieza Perú?

 

Bueno, yo diría que en Arica comienza Chile y termina Perú. Esta es una ciudad especial porque, además de ser limítrofe, es puerto, por lo tanto la mayoría de la gente que uno ve, es flotante, que va y viene. La ciudad vive del comercio con Perú, con Tacna, el contrabando hormiga, que no es posible exterminarlo, porque todos sabemos que da trabajo y dinero a miles de familias, tanto chilenas como peruanas. Gracio Espejo es bastante pobre en sus experiencias, pero no puede obviar el hecho de que vive en Arica, siente el aislamiento, la lejanía con Santiago, que es un monstruo que todo lo traga.

 

¿Qué crees que significa Arica para Chile? ¿Cuánto pesa?

 

Creo que si algo significa Arica para el resto del país, se nota muy poco. Los ariqueños tienen la sensación que se promete mucho, pero no se hace lo que la ciudad necesita por su ubicación, por el olvido en el que cayó después que fuera desmantelada por la dictadura, cuando se le quitaron leyes que la mantenían viva. Desde entonces Arica ha agonizado, es muy triste que no se escuchen en el sur sus gemidos de angustia. Ahora podríamos decir que hay un pequeño soplo de esperanza; algunas autoridades se la están jugando por un crecimiento sostenido, pero la sensación para todos es que la cosa va muy lenta, quizás es injusto sentir esa lentitud, pero ¿cómo se le dice eso a alguien que debe comer en los basureros? Cuando se habla de la distancia, de la lejanía, de la soledad se está hablando de eso; el terrible olvido que recorre sus calles. Hay que estar en Arica para darse cuenta de ello.

 

Hay un claro proceso de degradación en tu historia, tanto de los personajes como del entorno, incluso Arica parte siendo casi la tierra prometida y termina siendo una ciudad más que no pudo soportar tamaño suceso y se vino abajo. Lo mismo Gracio y Lía, que tienen sueños en un principio y terminan casi enfrascados en disputas internas casi existenciales. ¿Qué hay ahí?

 

Los personajes van avanzando en la vida, y atrás van quedando los sueños de la juventud. Entendiendo que casi siempre esos sueños son bastante inocentes, basados en los espejismos que deslumbran a una mente que tiene poco tiempo en el mundo. Quizás por eso Lía y Gracio van, a su modo cada uno, madurando. En cuanto a Arica, mire…después de la guerra del Pacífico, cuando Arica comenzó a pertenecer a Chile, todo el mundo estaba lleno de expectativas. Arica es muy hermosa, tiene dos valles pródigos, las mejores tierras de esta parte del mundo, se soñaba con convertir a la ciudad en la Costa Azul o algo similar, pero estas expectativas se fueron diluyendo cuando se dieron cuenta de que no era tan fácil, especialmente por las distancias con el centro del país. Después vino la ley del Puerto Libre, que marcó un hito en los ariqueños que aún lloran su derogación, entonces Arica, que había vivido una gloria insospechada, se vino abajo y nunca más ha vuelto a recuperarse. Los intentos han sido tibios y muy alejados uno del otro, y cuando las leyes se fabrican en una oficina en Santiago, por gente que apenas ha venido a pasar un verano acá…en fin, Arica lo marca mucho a uno.

 

“Si se habla más del escritor que de sus obras, algo muy malo está a punto de suceder, como el olvido para siempre”

 

¿Crees que Gracio tiene razón en su discurso de que el escritor debe encerrarse a escribir sin parar, antes que salir a buscar las historias afuera? ¿Es más importante para un escritor el mundo interno que el externo?

 

No recuerdo que Espejo haya dicho eso, lo que dijo sí, y estoy de acuerdo con él, es que el golpecito en la espalda de alguien que escribe como él, no es bueno, nunca es bueno que el escritor o el que cree serlo, busque el aplauso fácil, busque la fama, olvidando que son sus obras las que adquirirán o no la fama, no él, si se habla más del escritor que de sus obras, algo muy malo está a punto de suceder, como el olvido para siempre.

En cuanto al mundo interior, en mi caso, me siento más a gusto describiendo un sentimiento, escribiendo sobre un acto sexual y lo que sienten los involucrados, mucho más que contar cómo era la casa y si estaba oscuro o no. Hay otros escritores que prefieren describir ambientes y hechos, depende mucho del estilo y de la historia misma, importa mucho el cómo: cómo se está contando la historia.

 

¿Hay una crítica al escritor aburguesado también?

 

El libro es una crítica al escritor satisfecho, burgués como lo llama usted, ha cambiado tanto el significado de esta palabra que uno no sabe cuál usar para que se entienda lo que se quiere decir. El escritor que no camina, no viaja ni sale, poco podrá escribir, sin conocer, no puede hacerlo. El escritor que siente que se ha sentado en la silla definitiva y ya logró todo en la vida, y tiene miedo que las cosas cambien, porque así está bien, ese tipo no es un escritor, mejor, no es artista, es un mercantilero que mantiene engañada a la gente y que en algún momento dejará todo, porque no lo lleva en la sangre. El artista está obligado a ser testigo, a denunciar, a demandar, a luchar con sus armas; la palabra, contra la injusticia, contra lo que ve a diario al salir de su casa. ¿Cómo hubiera escrito Neruda su “Alturas de Machu Pichu” sin haber sentido dolor y angustia por los miles que fueron masacrados por los conquistadores? Gracio Espejo, con todo lo burgués que era, tenía un cosquilleo eterno en la güata. Eso lo hacía un trabajador auténtico de las letras, tenía algún mérito el tipo. Y eso lo reflejaba su infinita búsqueda de la compañía y del amor.

 

En la columna que escribiste para la página web de MAGO Editores, se sentía un cierto desdén hacia el mundo literario, ¿Qué te produce ese círculo de personas?

 

Es un mundo muy loco, en que los egos luchan por mostrarse, por crecer, por ser reconocidos. Eso me produce asco, es haber perdido la brújula, si lo que tiene que ser reconocida es la obra, no el autor, aunque eso no se entienda demasiado por los que dicen que las dos realidades van de la mano, yo digo que no, que la obra es siempre lo importante, más que el autor, que debe inclinarse ante lo logrado por la obra. Siempre he dicho que uno debería ser famoso sin que lo conozca nadie, esto es una contradicción, por cierto, pero lo que quiero decir es que uno debería dar a conocer sus obras y quedarse atrasito. Así debería ser siempre, lamentablemente no lo es casi nunca.

 

 

 

 

 

 

 

 

Escribir a veces no es agradable

 

 

Su padre es el último profesor de latín que tuvo la Universidad de Tarapacá (UTA). Su esposa, docente de castellano. Usa un sombrero campechano y disfruta releer La Divina Comedia.

Tomó la escritura como un trabajo de tiempo completo y prefiere partirse el espinazo que esperar la inspiración. No sabe arreglar un enchufe, pero dedica un año y medio a corregir un texto.

De tanto hacer reflexionar a los seres que pueblan su último libro, terminó por remover sus propias ideas sobre el cristianismo.

Tiene una patente de corredor de propiedades y poco aprecio por su primera novela, La Casa de Marialba (2000).

En diciembre pasado escribió dedicatorias y firmó libros al lado de Pedro Lemebel y Alberto Fuguet.

El autor de "Cállate Viejo 'e Mierda", Luis Seguel Vorpahl, construyó una novela sobre Arica, pero pensando en el mundo.

Superpuso planos y narradores para hacer una historia con la ciudad de los años 60 y 70. El profesor de español de la UTA, Patricio Ubeda, la elogió.

- ¿Quién es el autor?

- Nos vinimos de Temuco con mi papá el '74, después del golpe. Siempre he escrito. El '99 hice contacto con una escritora arrancada de Cuba. Vino a Arica a conocerme. Se llevó todos mis escritos. De ahí salió La Casa de Marialba. Hasta que llegué a esto, que es lo que buscaba.

- ¿Salió pesado escribir el último libro?

- Demoré seis meses. Y después un año y medio en revisar. Si es un trabajo serio hay que revisar frase a frase. Si a mi personaje le falta un dedo, tengo que acordarme en la página 50 que el tipo tiene un dedo menos. Hay que ir armando una cosa creíble. Y el trabajo más desagradable, entre comillas, es revisar. Llega un momento en que tiene que leértelo otro. Tú ya no ves.

"Y si tú me preguntas ahora, qué tal encuentro el libro… malo lo encuentro".

SUDOR MAS QUE INSPIRACION

- Complicado...

- Mi rutina de todos los días es escribir. A veces no tengo ninguna gana, pero escribo media página. La borro al día siguiente, la reviso, la corrijo o la guardo para otra cosa. No es un hobby. A veces tampoco es agradable. Me levanto temprano. Tengo un sistema, un método. No estoy esperando la inspiración. Esa cuestión no existe para mí.

- ¿Hubo sucesos sobresalientes durante la creación?

- Hubo varios. Uno de los episodios que aparece ahí, lo soñé completo. Me levanté y lo escribí exactamente igual. Cuando el tipo va a la Virgen de Las Peñas. Todo lo que siente. Otra cosa: después de haber leído el libro impreso, encontré que había un par de personajes demasiado cercanos a la realidad. En algún momento me van a buscar para retarme.

- ¿Cuál era su norte mientras escribía?

- Siempre intenté que la novela no fuese tan ariqueña. Quise mostrar que las cosas que pasan en Arica, en esta aldea, son del mundo.

- ¿Dejó consecuencias esta obra?

- Tengo hartas dudas con relación al cristianismo, que no tenía antes, porque fui hombre de iglesia. Se me movió el piso completamente en cuanto a la fe.

- ¿Este es el comienzo de un libro tras otro?

- Sí, absolutamente. Tengo otra novela lista, armada. Está en proceso de última revisión. Se me ocurrió novelar la leyenda de La Tirana.

- Le gustaría que un profesor diga: "niños, este libro".

- Claro. Uno busca la inmortalidad, pero lamentablemente llega cuando ya está muerto. No ser conocido, sino saber que alguien está contigo en lo que sientes. Me gustaría ser famoso, sin que nadie me conociera.

- ¿Se siente parte de una nueva horneada de escritores chilenos?

- No, sería muy pretencioso. Tengo todavía que demostrar mucho. Estoy en pañales. No sé qué corriente hay en literatura, pero he tenido algunas luces. Me han dicho que mi trabajo es moderno, aunque lo hice sin mucha conciencia de ello.

- ¿Qué pasó en la Feria del Libro de Santiago?

- El título había llamado mucho la atención. Y me preguntaban contra quién era. No es contra nadie en realidad.

- ¿Qué piensa de los escritores ariqueños?

- Hay buenos escritores, pero algo está fallando. La gente no sale afuera, no publica. El miedo al éxito es lo que está fallando. Es más seguro estar acá. No exponerse a que todo el mundo te vea y diga que en realidad no eres tan bueno.